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Nota de Prensa - lasprovincias.es - 29/12/2012

PROCESO VIVO Y CONTINUADO

Marco Caparrós realiza sus obras ante los visitantes del Museo de la Ciudad, en un proyecto que convierte el espacio expositivo en su atelier de trabajo.



Caparrós pinta, en el Museo de la Ciudad, los ojos que todo lo ven.
"Presencia. Work in Progress" es un proyecto inédito por estos lares. «Seguramente inédito aquí y en cualquiera otra parte del mundo», afirma Marco Caparrós, 45 años, que vive y trabaja en Llíria y residirá en el Museo de la Ciudad durante cuatro meses, en jornadas intensivas de 10 de la mañana a siete de la tarde. Seis días a la semana, iniciando, o culminando sus obras pictóricas -sobre todo- pero también escultóricas, ante los ojos del visitante. El espacio expositivo se convertirá hasta abril en su atelier de trabajo (atelier, galicismo aceptado por la Real Academia Española). La muestra comienza con una selección de algunas obras del artista, realizadas en Llíria. Estas obras compartirán tiempo y espacio con lienzos en blanco colgados en las paredes del Museo de la Ciudad. Una mesa en la sala principal, con pinceles, lápices, brochas, pigmentos, cartulinas y cuchillas sirve como plataforma de sus tareas diarias. Un proceso vivo y continuado que derivará hacia terrenos capaces de sorprender al propio artista. «Yo me dejo llevar y así accedo a lo que no sabía, a lo que desconozco de mí mismo», asegura Caparrós. ¿Le molesta la presencia de extraños mientras trabaja? «Yo nunca me enfado, el otro día estaba rodeado de unas cuarenta personas, me preguntaban y tocaban las obras y no me molestaba en absoluto».

«Son obras sacadas de mi interior, no del cerebro, sino de todo lo que soy yo, de la parte más visceral de mi identidad». Caparrós cree en las experiencias mágicas. «Una de ellas me salvó la vida en México hace unos años, cuando me sentía desahuciado». Lienzos de cinco metros de longitud con bosques reflejados en un estanque poblado por peces que son también banderas de países (Japón, Cuba, Irak, Estados Unidos), esculturas que parecen planetas desconocidos, seres extraños, 'giocondas' con tres ojos, dos bocas y dos narices (serie titulada 'Damas'), sillas en cuyos tapizados Caparrós pinta ojos escrutadores. «El otro día una visitante me preguntó que si se sentaba en esas sillas, los ojos le verían las bragas», cuenta entre risas.

Cuando finalice la exposición, organizada por el Ayuntamiento de Valencia, el proceso quedará registrado en un catálogo con similar sentido de la muestra de este renacentista y sorprendente artista empeñado en transitar por caminos nuevos que conducen no sabe adónde. «Ni quiero saberlo, ya me enteraré», comenta sin miedo alguno a lo desconocido. Al revés, con evidente excitación vital.

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